Por: Gabriel Vela Quico
La
fiebre por celebrar el 28 de julio puede hacernos olvidar que es realmente la patria. La patria merece ser
distanciadas de las más viejas confusiones como esa mentira de años atrás de
considerar a España como la madre patria. Hoy debemos librar al concepto de
Patria de tres confusiones azarosas. La primera, confundirla con la bandera, la
segunda confundirla con las armas y la tercera confundirla con los criollos.
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Un escolar peruano, como muchos |
En
plena algarabía nacional debemos precisar que la patria no es una bandera.
Nuestra patria es antes que nada las personas, hombres y mujeres concretos, que
aquí viven y crean su futuro, que sufren y bailan, que aquí mueren y aquí nunca
mueren. La patria no es la bandera por más bonita y decorativa que sea. La
patria no la creó San Martín ni Bolívar ni menos Riva Agüero o Andrés Avelino
Cáceres. La patria no son sus símbolos ni sus íconos, ni el mapa ni menos la escarapela. La patria
es por encima de todo su gente. El Perú es más que su territorio, diverso y
deslumbrante. El Perú no es un país cualquiera. Ni su rojiblanco color puede remplazar a la sangre
real de los caídos y los que siguen cayendo de hambre o de desesperanza. Esta
nueva versión de patria debe variar los discursos, modificar las prioridades en
la políticas de estado, cambiar los propios íconos que a veces sólo se repiten
por inercia como la letra del himno nacional, que en realidad “nació –mal”
(puesto que era un concurso para “Marcha Nacional” y no para un himno).
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Una mujer peruana como muchas |
Pero,
tampoco la patria son las armas o uniformes que alegremente se exacerban para
supuestamente enfrentar a un enemigo extranjero. La patria no son chauvinismos
anti-chilenos o anti-ecuatorianos. La patria, va más allá de lo militar o
castrense. La patria es sobretodo de civiles, que decidimos armar a un grupo
para extremos circunstanciales, pero la patria no son armas. Es, en todo caso,
una unidad, que armoniza su economía, su salud, su educación, su niñez, sus
creencias y hasta sus fiestas como sus huelgas. La patria no se corona en
pomposos desfiles militares, en grandilocuentes exhibiciones bélicas o, peor,
en aburridos discursos protocolares. La patria no es un desfile escolar ni un gallardete. La patria no se defiende con balas ni con
granadas, la patria se defiende con trabajo y con justicia. ¿Por qué que no
exaltar los 28 de julio al mismo tiempo que los 4 de noviembre, fecha en la que
insurreccionó Túpac Amaru II?
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Nuestra patria es su gente y su tierra |
Además,
la patria no son de los criollos. Los criollos se beneficiaron de la
emancipación en detrimento de los más sufridos peruanos de la época. La patria
somos todos los peruanos y peruanas no importando su color de piel, su
estatura, su grado de instrucción, o su dinero. La patria es de todos que
nacimos en ella. Pero antes que nacer en ella, nos hace patriotas su propósito
de defenderla no en las fronteras ni con arengas fúnebres contra vecinos. La
patria pertenece también a los indígenas, negros y semi esclavos que no bailan
ni cantan vals o marinera. La patria no es Lima y Lima no es el Perú, por más
grande que sea o por más variada que siga siendo. La patria es Arequipa como lo
es cualquier punto geográfico. Por eso debiera ir disminuyendo en el mediodía y
sobretodo en el mes de julio el exceso de "música criolla" como sinónimo de
"música peruana".
Pero
eso sí, la patria debe ser para todos, para todos los que la forjan al día día,
lejos de los corruptos y los ociosos,
lejos de la ignominia, lejos de la injusticia y la intolerancia. Parafraseando
a Basadre, debemos defender la patria de sus tres grandes enemigos: los
podridos (léase, los corruptos), los congelados (léase, los ineficientes) y los
incendiados (léase, los violentistas). Debemos hacer patria desde el lugar
donde estemos, desde nuestro más pequeño baluarte o trinchera porque mi patria
es hermosa como una espada en el aire, más grande aún y más hermosa todavía.
(Javier Herud).
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