
Gabriel Vela Quico (**)
Presidente NER – AQP
1. Los debates y decisiones que busca fortalecer el proceso de descentralización educativa y que ésta se haga para una educación de calidad en Arequipa, en realidad no es nuevo y cuenta con una producción literaria abundante. Pero lo que sí es novedoso es que estas controversias se hagan en espacios locales, con periodistas arequipeños y con docentes y estudiantes arequipeños, es decir, de cara con la realidad concreta, con un ánimo efectivo de aporte y tratar de marcar hitos en eso que se ha llamado “educación de calidad”.
2. La primera disquisición en esta relación periodismo-educación implica deslindar qué entendemos por “educación de calidad” y eso supone evitar confundir a la “educación” con “escuela” porque lo educativo comprende una formación más integral que los muros o programas dentro o alrededor de una aula; tampoco debe confundirse la tarea formativa con tarea exclusiva de profesores, si bien la tarea profesional le corresponde al profesor, debemos tener presente que ahora hablamos de una sociedad educadora; y finalmente, librarse de la confusión que la excelencia educativa se mide por cuantos estudiantes ingresan a la universidad o los mal llamados “resultados” (premios, diplomas, trofeos, copas, medallas) porque lo educativo tiene vértices más complejos que lo material. En la escuela se forman personas y no futuros cachimbos.
3. Entonces, la educación de calidad está relacionado cuanto menos con tres aspectos: primero, la calidad de vida de los estudiantes y profesores; segundo, la satisfacción positiva de los indicadores del proceso y producto del aprendizaje (aula y extra aula) y tercero, los recursos y herramientas instaladas en la escuela que facilita una sociedad educadora. Si esta premisa es válida es fácil identificar el rol del periodismo. Recordemos que en el «Informe Delors» de la UNESCO se enfatiza que la educación tiene como fundamento cuatro grandes pilares o aprendizajes: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir con los demás, y aprender a ser. Todo esto significa que la calidad educativa no resulta de los logros de excelencia de una sola de sus áreas. Entonces, la calidad educativa no se mide exclusivamente con pruebas evaluativas europeas ni con la extrapolación fácil de categorías empresariales de “calidad total” o “reingeniería” (como confundir al estudiante con un cliente), sino con indicadores que encadenen un espectro más amplio (comptencias). La calidad educativa implica ver las interrelaciones entre las causales que producen los resultados, es decir, cualquier evaluación de la calidad debe tener en cuenta la línea de base del cual se parte y no solo los méritos que una hoja de dos o más horas pueda evidenciar(examen).
4. Hablar de “educación” supone necesariamente hacer referencia a qué educación nos referimos. Si nos referimos a la “escuela”, igual, a qué tipo de escuela hablamos. Sin menospreciar a ninguna de ellas, hay diferencias sustanciales entre la escuela pública y la privada, diferencias al interior de las escuelas públicas y al interior también de las escuelas privadas. No siempre la educación privada es mejor que la pública, muchas veces las escuelas privadas sólo las distingue el pago de pensiones y no hay correlato en términos de formación de capacidades en el proceso de aprendizaje. De allí que, la educación pública debe mejorar la gestión que supone la construcción colectiva de proyecto educativo institucional, donde se plasme las propuestas pedagógicas, las nuevas estructuras y que las innovaciones sean continuas y capaces de comprometer a toda la comunidad educativa, comprometer -por ejemplo- a los medios de comunicación. Con la creación de los Consejos Educativos Institucionales se permitirá potenciar mejor este rol social de la escuela y el papel de los medios como agentes socializadores. En la escuela debe ejercerse la democracia participativa que implica procesos sinceros, ágiles y creativos para que la comunidad educativa(estudiantes, directivos, padres y personal no docente) sean parte del logro de las competencia y capacidades. Y en esos planes y esos esquemas de trabajo considerar el rol de los medios de comunicación que no sólo son empresas comerciales sino educadores por excelencia.
5. Pero todavía en Arequipa tenemos algunos medios radiales o televisivos donde sus noticieros o formatos están plagados de excesiva propaganda, de la simple lectura de diarios, de comentarios sesgados e improvisados, de la política de la “grabadora que no miente”, donde a luces se “pelean” por coger el micrófono o hasta discrepan estando al aire en formas de mal gusto. Algunos locutores se creen dueños de la verdad, hasta “riñen” y “estropean” al entrevistado. Otros periodistas se enceguecen y se entregan a intereses subalternos para buscar beneficios personales ser docente en alguna universidad o ser contratado en Relaciones Públicas de algún municipio o colocar a un familiar en una dependencia pública.
Todavía tenemos periodistas que van a las conferencias de prensa sólo a degustar. Los hay de los que cortan o niegan el acceso al comentario contrapuesto. Algunos medios escritos exhiben errores y horrores de ortografía imperdonables, difunden casi perpetuamente propagandas pornográficas o de servicios de meretricio en sus páginas bajo el decorado que la ley no lo prohibe; otros medios elevan indiscriminadamente sus tarifas comerciales al cenit en época de campañas electorales generando una pésima educación porque hace que la polítca sea vista como mero negocio. Arequipa tiene - hay que decirlo- algunos periodistas improvisados que saltan a la política para asaltar el erario. Hoy en día se ha hecho muy fácil poner una emisora o comprar un programa, está de moda la propaganda disfrazada de noticia; el poder económico puede más que el poder educativo. Aunque duela decirlo, parte del periodismo en Arequipa no es ajeno a la mediocridad ni a la corrupción que exhibieron los medios limeños.
6. Pero también hay periodistas y medios con identidad regional, que matizan las opiniones y comentarios con pluralismo, que están interesados sinceramente en informar, que tienen ética a prueba de balas, que exhiben calidad personal y son ejemplares en su familia, su barrio y su trabajo. Hay periodistas con vocación, que toman lo educativo como enfoque de formación. Esos son periodistas de calidad, esa es la primera exigencia para ejercer tan noble función.
7. En nuestra ciudad, hay una avalancha de la cultura musical, visual, cinematográfica a través del VCD y DVD. La piratería ha resultado beneficiosa para las clases pobres que tenían prohibido acceder a esta gran información que resulta también un espacio de formación. Pero esta cultura cinéfila supone también la creación de mecanismos de protección a la propiedad al mismo tiempo que facilite el acceso a la escuela. Ha resultado positiva el proyecto de la videoteca Bakus que se lanzó hace años en varios colegios locales. O la experiencia de algunas ONGs que ponen a disposición de la escuela sus videos educativos y culturales. Algunos periodistas viven colgados a la época en que estudiaron la primaria o secundaria, y desde allí juzgan a la actual educación, pero es bueno saber que un buen número de colegios ya tienen VHS, TV o no les resulta difícil prestárselo, en ese sentido la escuela pública como privada ha avanzado. Sin embargo, hay concepciones aún pesimistas de algunos docentes, que felizmente son minoría.
8. En Arequipa, considero, hay una tendencia educativa a escuchar noticieros radiales por las mañanas, leer diarios hasta el mediodía y ver televisión por la tarde y las noches. De lo que se diga o no allí, se suele definir varios problemas o realidades en la escuela como las famosas “suspensiones de clases”. El diario escrito no tiene muchos admiradores tanto por el costo – que ha bajado- como por la cultura de no leer. Hemos saltado de la cultura oral a la audivosual dejando de lado la cultura escrita. Por ello, la escuela debe ayudar a promover la decodificación de mensajes, desechar la vieja fórmula de emisor-receptor por la de emisor-perceptor, porque el que escucha o ve o lee, no es pasivo, sino al mismo tiempo devuelve opiniones, pareceres, pero eso requiere una cultura distinta a la que estamos acostumbrados. Tampoco caer en los enlatados aburridos de programas seudo educativos que ni al profesor le agrada. Se trata de que las escuelas de comunicación y educación de las universidades o institutos miran más allá de formar enseñantes sino formar profesionales de la educación en el completo sentido de la palabra.
9. El uso de internet y las computadoras debiera ser otro punto de encuentro entre la comunicación y la educación. Algunos estudiosos sostienen que acceso los niños e incluso los adolescente no deben tener acceso a las computadoras o por lo menos al tipo de programas que llega a la escuela porque forma sólo en el pensamiento rígido, de dos opciones, algorítmico y que finalmente robotiza la capacidad de las personas; que limita a lo que ya diseñó otro que tiene sus propios intereses. Pero esperamos que el programa Huascarán (uso de las TICs incluido) asuma el reto de eliminar el uso abusivo y libertino del internet en la niñez y cree una cultura crítica, reflexiva y responsable de la información y el conocimiento. También vemos con preocupación que existan docentes que no han ingresado al campo de la informática, que no tienen ni máquina en casa o peor, que no saben cómo manejarla. Menos aún tendrán dirección electrónica o usarán el mundo rico y enriquecido del internet. Eso debe cambiar con mucha prontitud. Ahora que la educación está en emergencia debiera tomarse decisiones prontas y efectivas.
10. Finalmente, el rol del periodismo en la educación de calidad está marcado por optar entre tres tendencias: la comercial-sensacionalista, la formalista-ingenua y la comunicativa-creativa. Veamos:
a. La primera tendencia es la que se lucieron en los años sombríos del fujimorismo -y que aún se mantiene- donde el periodismo está plagado de sensacionalismo, de la noticia amarilla, de la noticia digitada, de la jerga vulgar, de para difundir sólo lo negativo en educación (corrupción, paros, tomas de local, huelgas, violaciones, etc.).
b. La tendencia formalista-ingenua cree que los educativo es cuestión de tener un espacio o columna escolar, de “dictar clases” desde los medios, cultivan un público reducido, pesado y frustrado, algunos se complacen con tener un profesor que “diserta” temas educativos o juega con los niños al estilo “payasito de cumpleaños”.
c. La tendencia comunicativa-creativa tiene un enfoque integral de lo educativo, que hace realidad una sociedad educadora, no lo reduce ni a lo fácil ni a lo formal, se preocupa por comparar las versiones o posiciones involucradas, no condicionan lo educativo a la propaganda ni a la denuncia barata, aquí los periodistas tienen formación y certificación profesional.
El rol del periodismo debiera tener esta tendencia. Formar y fortalecer puentes entre la educación y la comunicación implica aumentar los encuentros de diálogos entre profesionales, donde la escuela -por ejemplo- vaya a los medios y estos vayan a aquellos. Cuidar la formación de los periodistas escolares. Implica rechazar la tendencia sensacionalista, cultivar las buenas noticias, producir programas de los más variados pero alegres y creativos. Los dueños de los medios debieran tener más cuidado con el personal que contratan. Los docentes debieran despercudirse del facilismo que anquilosa su trabajo, deben romper los esquemas rígidos del aula, producir o coproducir mensajes o microprogramas, librarse de ver al medio como un instrumento más sino verlo como un aliado en la tarea de formar hombres y mujeres sanos, educados y productivos. Ambos profesionales debieran reconocer las propias limitaciones para observar y aprender de las fortalezas comunes que la descentralización educativa exige.
(*) Ponencia presentada en el Conversatorio Regional de Arequipa “Educación de calidad: Rol social de los periodistas” 2004