La propuesta es buena salvo por dos problemas
esenciales: la primera que está reduciendo los cambios a dos áreas curriculares:
matemática y comunicación. Y la otra debilidad es que se ha detenido y puesto en
riesgo el mejoramiento del desempeño docente.
Por mirar el árbol se pierde foco en el bosque.
Es decir, por entregar más recursos y equipos
en las áreas de matemática y comunicación se pierde la mirada del proyecto de
vida personal y social. Es verdad que la educación básica debe lograr
aprendizajes fundamentales y no un bodoque de capacidades y conocimientos pero
hay que tener cuidado con perder la brújula.
Las matemáticas por sí solas no sirven para construir el nuevo ciudadano
creativo y reflexivo, tampoco con más horas a educación física se logra seres
creativos, emprendedores o sanos. Se debe tener una mirada holística que
abarque necesariamente al plano de la ciencia y la tecnología, la ética y la
filosofía, la formación laboral y artística. La educación, la formación
educativa, debe revalorar las dimensiones físicas y mentales, pero también
éticas, artísticas y sobre todo de sentido de vida.
El otro factor
que pone en riesgo la educación nacional este año 2014, es la dignidad y
autoestima del profesor. En las IIEE se aprecia un malestar docente por la
suspensión del concurso de directores, el retraso del ascenso a una escala
mayor, la sobrecarga del trabajo educativo y los pocos cambios a nivel
profesional. Nos hemos estancado y llenado la cabezo de ilusiones y amenazas, y
así es bien difícil trabajar con ganas y dando un inicio al año escolar.
Es verdad que hay
un sector de profesores que no desean los cambios y se convierten en una
verdadera rémora del progreso. Es verdad las voces radicales quieren que todos
cambien menos ellos. Sin embargo, es verdad que si este año 2014 no damos pasos
significativos para mover el eje del trabajo escolar hacia el desarrollo
formativo, podemos caer en lo mismo de lo mismo. Urge poner el cascabel al
gato, urge volver a significar la labor de las escuelas centrado en producir
aprendizajes. Sino éstas serán oportunidades perdidas, dineros malgastados,
horas efectivas cumplidas en el papel, resultados pobres y les daremos la razón
a los suicidas de la educación, a los destructores de la educación.
Invoco a los
profesores realmente comprometidos con los aprendizajes a separarse de la masa
anónima de la mediocridad, a organizar núcleos o círculos de experiencias
exitosas, a crear foros y eventos de reflexión en todos los campos de la
práctica pedagógica. A no dejarse mordisquear por la pereza o el desgano, a
oponerse con brillo a toda voz quejumbrosa del lamento en el aula. Llamo a los
profesores a entregar lo mejor a los estudiantes, a provocar cambios grandes o
pequeños que sean provocadores de otros cambios. El 2014 no puede ser un año
más, un tiempo más.
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